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No a las armas nucleares en el Ártico (The Japan Times, 31 ene 2008)

"El Ártico es el barómetro de la salud ambiental del globo. Se puede tomar el pulso del mundo en el Ártico. Los inuits, el pueblo que habita más hacia el norte del planeta que cualquier otro, son el canario dentro de la mina de carbón global."

Estas palabras fueron pronunciadas por una representante indígena ante las Naciones Unidas para recalcar que los pueblos del Ártico sabían desde hacía décadas, por experiencia propia y gracias a sus conocimientos tradicionales, lo que los científicos están confirmando ahora: nuestro mundo se está calentando a un paso alarmante, lo que trae consigo nuevos cambios y amenazas para la humanidad.

El año pasado, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó su Cuarto Informe de Evaluación, según el cual la cantidad de dióxido de carbono liberado en la atmósfera se ha incrementado dramáticamente en los últimos años. Si la actual tendencia se mantiene, hacia fines del siglo XXI, las temperaturas promedio del planeta podrían elevarse unos 6,4 grados centígrados. El informe advierte, entre otros cambios, sobre la posibilidad de que las capas de hielo polar se derritan y sobre una mayor frecuencia de climas extremos.

La amenaza de elevación de los niveles oceánicos a causa del derretimiento de los casquetes polares es de público conocimiento. Pero la perspectiva de que los mares árticos se queden sin hielo en verano es algo de suma relevancia por otras razones.

La gruesa capa de hielo polar ha tornado imposible por mucho tiempo la navegación comercial y la explotación de los recursos del lecho marino ártico. Si las capas de hielo retroceden o incluso desaparecen durante los meses de verano, quedaría abierto el camino para una búsqueda desenfrenada de recursos. Existe la posibilidad de serias tensiones políticas y de impactos desastrosos sobre el frágil y excepcional ecosistema de la región.

Durante la Guerra Fría, el Océano Ártico fue una ruta importante para los submarinos nucleares de los bloques oriental y occidental, que viajaban debajo del hielo llevando su carga ominosa de misiles balísticos. Si se desatara una nueva forma de competencia militar en la región, tal cosa agravaría enormemente el trágico impacto del calentamiento global. Debemos actuar ahora para impedirlo a toda costa.

Como primera medida, hay que encarar la desnuclearización de la región ártica. El Grupo Pugwash de Canadá realizó el verano pasado un llamado al establecimiento de una Zona Libre de Armas Nucleares (ZLAN) en el Ártico, que prohíba el despliegue, los ensayos o el uso de armas nucleares en los territorios y aguas del Círculo Polar Ártico. Los miembros de la Soka Gakkai Internacional (SGI) vienen trabajando de manera permanente para la concreción de un mundo libre de la amenaza de armas nucleares. La sugerencia efectuada por el Grupo Pugwash de Canadá coincide con ese compromiso, por lo que quisiera sumar nuestra voz a la de quienes respaldan tan importante propuesta.

El Tratado Antártico de 1959 prohibió la actividad militar en la región polar meridional y todas las explosiones nucleares y desecho de material radiactivo al sur de los sesenta grados de latitud sur, con lo que convirtió la Antártida en la primera ZLAN del mundo. A partir de ello, siguió la creación de zonas similares en América Latina y el Caribe, el Pacífico Sur, el sudeste de Asia, África y Asia central, y Mongolia.

La mayor parte de la masa continental del hemisferio sur está actualmente cubierta por acuerdos sobre ZLAN, que también han ganado espacios en Asia. Las ZLAN actúan como freno contra los movimientos de proliferación nuclear. Al mismo tiempo, incentivan una mayor conciencia sobre la importancia de proscribir las armas nucleares A través de su participación en las ZLAN, un total de más de cien países, lo que implica más de la mitad de los gobiernos sobre la Tierra, han expresado su postura de que las armas nucleares son y deben ser ilegales bajo leyes internacionales.

El proceso de deliberar sobre las ZLAN y de establecerlas en el Ártico y en otros lugares puede contribuir a incentivar el establecimiento de la ilegalidad de las armas nucleares, como norma común, producto del consenso de la humanidad. A la larga, todo ello debería adoptar la forma de un tratado internacional que contemple la prohibición completa de las armas nucleares.

En la Antártida, la ZLAN no solo ha desmilitarizado la región, sino que ha contribuido a impulsar el área de la exploración científica. Abrigo la esperanza de que una ZLAN ártica se convierta en un paso vital dentro de un proceso por el cual los extraordinarios tesoros naturales, ecológicos y culturales de la región, así como su gente, sean reconocidos como un patrimonio común de la humanidad y reciban la protección y el respeto que merecen. Los esfuerzos para concretar un tratado sobre ZLAN en el Ártico deberían partir fundamentalmente de las Naciones Unidas.

Al haber experimentado directamente el horror de la guerra nuclear y haberse comprometido a no desarrollar, poseer o permitir armas nucleares en su territorio, el Japón desempeña un papel especial en proteger el mundo de los peligros de la proliferación nuclear. Esa nación debe tomar la iniciativa de trabajar con otros países y con todo el espectro de organizaciones sociales civiles que deseen un mundo libre de armas nucleares, para crear una ZLAN en el Ártico.

De igual manera, en lo que respecta a los peligros de la proliferación nuclear en el este de Asia, creo que es importante trabajar por un objetivo más amplio. Todas las tratativas deben continuar a través de las conversaciones de las seis partes hacia el desmantelamiento completo del programa nuclear de Corea del Norte. Al mismo tiempo, el Japón debería reafirmar su compromiso absoluto con sus propias políticas no nucleares y desplegar todas sus acciones diplomáticas para alcanzar el objetivo de establecer una ZLAN que cubra la totalidad de Asia del este.


[Artículo de Daisaku Ikeda, publicado el 31 de enero de 2008, en The Japan Times, diario en idioma inglés del Japón.]

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