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Respuesta al terrorismo

[Entrevista a Daisaku Ikeda por el Sankei Shimbun, diario del Japón. El artículo fue publicado el 17 de septiembre de 2001.]

Sankei Shimbun :Los peores ataques terroristas que la humanidad jamás haya conocido, han sido perpetrados en conjunto contra los centros medulares de los Estados Unidos. Si bien los hechos no están del todo claros, ¿cuál es su visión sobre los actos de terrorismo llevados a cabo por los fundamentalistas islámicos u otros grupos religiosos?

Daisaku Ikeda: Lamento profundamente lo que ha sucedido. Quisiera expresar mis más sinceras condolencias a las víctimas. Me opongo absolutamente a todas las formas de violencia o de terrorismo, no sólo a las que se han perpetrado en nombre de la religión. Jamás deben tolerarse. El terrorismo por parte de un grupo religioso es un acto de suicidio para esa religión.

Sankei: Indudablemente, hay aspectos de la religión que deberían servir para cultivar nuestra propia condición como seres humanos, conducen a otros a aniquilarse entre sí.

Ikeda: Este es un problema muy grave. Tengo amigos tanto en la comunidad judía como en la islámica. También estoy esforzándome por ayudar a resolver los conflictos que hay en el Medio Oriente. Los problemas son sumamente complejos y enrevesados, se deben analizar desde todos los ángulos. Una posibilidad puede ser la intervención de las Naciones Unidas. Este es el momento para que los líderes de las principales potencias del mundo emprendan acciones orientadas a poner fin a este ciclo de odio y de violencia. Deben esforzarse para crear una amplia ola de opinión pública dirigida a este objetivo, que no sólo transforme nuestra época sino también a las personas que vivimos en ella.

Sankei: ¿Existe alguna manera de evitar los conflictos religiosos dentro de la sociedad internacional?

Ikeda: Desde mi experiencia de haber emprendido diálogos con personas de todo el mundo, puedo decir con certeza que sí es posible lograr el entendimiento mutuo, incluso aunque nuestras creencias religiosas sean distintas. Debemos permanecer comprometidos con el diálogo, pase lo que pase. En el siglo XXI, el máximo desafío de las religiones debe estar en que se concrete un compromiso más amplio y activo con el diálogo.

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