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El diálogo

“Sobre la base de valores compartidos, ¿hasta dónde podemos expandir el verdadero diálogo a fin de que este llegue a ser una base común para toda la humanidad? ¿Cómo podemos emplear el poder del diálogo para acercar a los pueblos del globo y elevar a la humanidad hacia una nueva eminencia? En este mundo de hoy, sumamente complejo, en el que se superponen odios, intereses contrapuestos y conflictos, la sola idea de intentarlo puede resultar nada más que idealismo inútil. Pero (…) estoy seguro de que expandir una civilización de diálogo es aceptar el profundo y magnífico desafío de lograr la paz del mundo.” 1 --Daisaku Ikeda

Ikeda con el escritor y estadista francés André Malraux en París, 1975.

Ikeda con el escritor y estadista francés André Malraux en París, 1975.

Hoy, las diferencias religiosas y culturales son una de las causas más profundas de división entre los seres humanos. Convencido de que el diálogo y la educación son las mejores vías para acercar a las personas, Daisaku Ikeda ha consagrado su vida a promover estos dos aspectos.

Ikeda escribe: “¿Cómo puede la humanidad del siglo XXI desafiarse para superar las crisis de la época? Desde luego, no existen soluciones simples; no poseemos una ‘varita mágica’ que podamos agitar en el aire para que todo el panorama se aclare de repente. (…) El objetivo primordial de todo esfuerzo debe ser, antes que nada, hacer surgir el potencial para el diálogo en su forma más plena. En tanto la historia de la humanidad siga su curso, habremos de enfrentar el desafío perenne de establecer, mantener y fortalecer la paz a través del diálogo, de hacer del diálogo el camino certero y firme hacia la paz. (…) Por mi parte, establecí un firme compromiso con la ʻdiplomacia humanaʼ, la clase de diplomacia que busca terminar con las divisiones y unir nuevamente al mundo en el espíritu de la amistad y de la confianza; y, paralelamente, me dediqué a desarrollar todo tipo de intercambios entre la ciudadanía común, en los campos de la educación y de la cultura. Con la determinación de ver más allá de las diferencias nacionales e ideológicas, emprendí el diálogo con líderes internacionales de los más diversos campos del quehacer humano. Me he reunido para intercambiar ideas con personas de creencias filosóficas, culturales y religiosas sumamente diversas, entre otras, representantes del judaísmo, el cristianismo, el islamismo y el confucianismo. Mi convicción más profunda, que se ha visto confirmada a través de estas experiencias, es que la base del diálogo que debemos emplear en el siglo XXI debe ser el humanismo, ese humanismo que ve el bien en todo aquello que nos une y nos acerca, y el mal, en lo que nos divide y nos distancia. (…) A medida que se propaga y multiplica el oleaje del diálogo, su onda expansiva genera en el flujo de las corrientes esa clase de cambio capaz de imprimir una nueva dirección a las fuerzas del fanatismo y del dogmatismo. El efecto acumulativo de tales esfuerzos, aparentemente insignificantes, es, estoy convencido, suficiente para cambiar el rumbo de la época… El factor crucial es, por ende, emprender el duro y minucioso trabajo de desafiar, a través de la lucha espiritual que significan el encuentro con los demás y el diálogo intenso, los supuestos y los apegos por los que nos regimos los seres humanos.” 2

Con el doctor Brian Wilson de la Universidad de Oxford, una autoridad mundial de la sociología de la religión. (Tokio, noviembre de 1997)

Con el doctor Brian Wilson de la Universidad de Oxford, una autoridad mundial de la sociología de la religión. (Tokio, noviembre de 1997)

El diálogo que Ikeda ha entablado con pensadores de distintas áreas ha dado como resultado en la publicación de numerosos libros.


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