Entrevista al profesor Henry Indangasi
25 de octubre de 2024
[El siguiente artículo es un extracto de una entrevista al profesor Henry Indangasi, renombrado especialista en literatura, realizada por el periódico Seikyo Shimbun y publicada el 25 de octubre de 2024. Con anterioridad, el profesor Indangasi y Daisaku Ikeda ya habían mantenido un diálogo profundo en torno a la literatura universal. En esta ocasión, el primero reflexiona sobre la evolución del papel de la literatura en la configuración del futuro de la sociedad mundial].

Dr. Henry Indangasi
Seikyo Shimbun: A medida que nos adentramos en la década de 2020, parece más claro que la humanidad se vuelve a enfrentar a un tipo de crisis que creíamos haber dejado atrás: las pandemias y la guerra. En estos tiempos, hay quienes se preguntan si la literatura tiene algún poder real. Sin embargo, usted ha declarado: «La poesía es vida» y «la literatura es vida». ¿Qué impulsa su apasionado compromiso con la recuperación de la cultura impresa?
Profesor Henry Indangasi: Al igual que usted, estoy profundamente conmocionado por lo que está sucediendo hoy en el mundo. En respuesta a la pregunta de qué papel puede desempeñar la literatura en tales circunstancias, yo diría lo siguiente: la literatura profundiza y amplía nuestra capacidad de empatía, la capacidad de ponernos en la piel de nuestros semejantes. Dicha cualidad, la de la empatía, nos permite ver el mundo desde la perspectiva de otra persona y buscar comprender su historia.
Entre quienes se dedican a la literatura, suele decirse que «nuestro enemigo» es esa persona cuya historia aún no conocemos.
Todas las formas de literatura afirman valores que unen a la humanidad como una sola familia. Uno de esos valores es la coexistencia pacífica. Creo que quienes toman las armas para matar a otras personas no han leído grandes obras literarias ni han interiorizado los valores que se encuentran en ellas.
Seikyo: Usted ha elogiado La nueva revolución humana de Ikeda y la ha calificado como una de las diez mejores novelas del mundo por su papel en la revitalización de la esencia del humanismo en la literatura. ¿Cuál es, en su opinión, la importancia de esta obra en los turbulentos tiempos que corren?
Indangasi: Leí por primera vez La nueva revolución humana en su versión inglesa hace veinticuatro años. En aquel momento, percibí con claridad que la novela lograba restaurar en la literatura el humanismo que, según mi opinión, corría el peligro de perderse en la transición del siglo xx al xxi.
La novela retrata de manera vívida relaciones interpersonales conmovedoras. Me emocionó profundamente el modo en que los personajes influyen los unos en los otros. La obra está impregnada de profunda compasión que enseña la dignidad y el valor de la vida humana. No importa de qué parte del mundo seas, como lector puedes verte reflejado en los personajes y, al hacerlo, elevar tu conciencia del valor de la vida. Esto me recuerda a las obras maestras de la literatura universal.
Precisamente por eso he situado La nueva revolución humana entre las que considero las diez mejores novelas del mundo.
La gran literatura habla de los aspectos universales de nuestra humanidad compartida. Desde Shakespeare, hace más de cuatrocientos años, hasta Dostoievski y Tolstoi, los escritores prominentes han explorado con pasión la relación vital entre el individuo y la sociedad.
Creo que esta obra del doctor Ikeda no solo reafirma los cimientos éticos de la literatura universal, sino que también ofrece una visión clara y optimista para el futuro de la humanidad.
Seikyo: A principios de la década de 1990, la Universidad de Nairobi concedió al señor Ikeda un doctorado honoris causa en Letras. Tenemos entendido que el factor clave en la decisión del comité de selección fue uno de los poemas de Daisaku Ikeda.
Indangasi: Unos días antes de asistir a la reunión del Comité de Títulos Honoríficos de la universidad, había encontrado el poema del doctor Ikeda sobre Nelson Mandela, Estandarte del humanismo, camino de la justicia.
Cuando lo leí, sentí que su autor comprendía en profundidad el corazón de África.
No son pocos los poetas que han dedicado versos a este emblemático líder que es Mandela. Sin embargo, en general las obras se centran más en la dimensión racial: cómo el régimen del apartheid, dirigido por blancos, encarceló a un hombre negro que luchaba por la igualdad racial. Pero el poema de Daisaku Ikeda era diferente; lograba plasmar el carácter universal de la figura de Mandela.
En el poema, el doctor Ikeda escribe:
Se ciernen las nubes y cubren el cielo,
pero no pueden velar los rayos del sol radiante.
Incluso con tu cuerpo encadenado
tu espíritu indomable
supera el poder de cualquier hombre
que busque doblegarlo.
* * *
La vasta nobleza de tu ser
permite que incluso tus enemigos
te admiren y elogien.
TLa profundidad de tu ser
cobija a toda la humanidad.
La luz radiante
de tu amor por la gente
ilumina, firme y tierna,
la suprema entidad
que palpita en la vida de todos los seres.
No me había imaginado que los japoneses pudieran empatizar realmente con la discriminación racial que se sufre en África. Pero este poema cambió mi percepción.
Cuando se lo enseñé al entonces vicerrector de la universidad, me pidió que hiciera copias para todos los miembros del comité. Y en la reunión me brindó la oportunidad de exponer su significado.
Los profesores universitarios tienen fama de ser difíciles de convencer cuando se trata de argumentos intelectuales. Lo sé porque soy uno de ellos. Pero esta vez no hubo ni una sola oposición. Acordamos por unanimidad conceder el doctorado honoris causa en Letras al doctor Ikeda.

Encuentro entre el profesor Indangasi y el señor Ikeda (Hachioji, Tokio, julio de 2000)
Seikyo: El señor Ikeda ha abogado constantemente por el diálogo, incluso en tiempos de conflicto, ha animado tanto a los líderes mundiales como a los ciudadanos comunes a entablar conversaciones significativas. Teniendo en cuenta la rica tradición africana de literatura y cultura oral, ¿cree usted que existe un aprecio natural por el poder del diálogo en el continente africano?
Indangasi: Desde abril de 2000, he tenido la oportunidad de enseñar en la Universidad Soka de Japón como parte de un programa de intercambio docente con la Universidad de Nairobi. Durante mi estancia allí, me conmovieron profundamente los diálogos compasivos y sinceros del doctor Ikeda. Creo firmemente que en el mundo actual debemos reinstaurar una «cultura del diálogo». No debemos entablar un debate por el mero hecho de discutir. Al fin y al cabo, la persona con la que hablamos no es un enemigo.
En África, los conflictos se han resuelto tradicionalmente mediante discusiones entre los ancianos de la aldea hasta llegar a un consenso. Aun en cuestiones delicadas como la propiedad de la tierra, el matrimonio, la violencia doméstica o, incluso, el asesinato, el objetivo era siempre llegar a un acuerdo en lugar de castigar o culpar.
En el diálogo no había «ganadores», porque ganar significa crear un enemigo. Los ancianos solían recurrir a elementos de la tradición y la sabiduría de sus antepasados para explicar sus puntos de vista; dialogaban una y otra vez hasta alcanzar un consenso.
Estas reuniones, que en suajili se conocen como barazas, se constituían como plataformas para intercambiar opiniones sobre cuestiones que afectaban a la comunidad. Era un diálogo en el que, como he dicho, se utilizaban los recursos de nuestro folclore y la sabiduría de nuestros antepasados. No se trataba de crear enemigos, sino de resolver disputas y restablecer la paz y la armonía.
Seikyo: El señor Ikeda destacó la importancia de aprender de África, y la calificó como un elemento clave para iniciar el cambio mundial y así marcar el comienzo de un nuevo amanecer del humanismo. El contacto con la cultura africana es esencial para los jóvenes de Japón y de otros países.
Indangasi: África es un vasto continente de más de mil millones de habitantes, en el que se hablan más de dos mil lenguas, casi un tercio de las que existen en el mundo. Cada una de estas lenguas posee un rico patrimonio de literatura oral.
El panorama literario de África es igualmente diverso, cuenta con figuras como Léopold Sédar Senghor, primer presidente de Senegal y poeta de renombre, o el nigeriano Wole Soyinka, primer escritor africano galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Creo que relacionarse con diferentes culturas posee una importancia fundamental. De hecho, desde la primavera de 2003, la Universidad de Nairobi ofrece cursos sobre literatura japonesa, incluidas las obras del doctor Ikeda, con la intención de que los estudiantes puedan profundizar en la comprensión de la cultura nipona.
Uno de los estudiantes que asistió a este curso se sintió tan inspirado por los escritos del doctor Ikeda y la literatura japonesa que más tarde llegó a ser profesor en otra universidad.
Seikyo: En octubre de 1990, durante su primer encuentro inicial con Nelson Mandela, el señor Ikeda declaró: «Aunque Sudáfrica tenga en usted, señor Mandela, un líder extraordinario, a menos que otras personas se conviertan en individuos capaces y contribuyan activamente, su labor (de transformación y autosuficiencia de su país) quedará incompleta». Y luego le prometió que apoyaría la educación. Profesor Indangasi, ¿podría compartir con nosotros su opinión sobre la importancia de la educación y el poder de la literatura para forjar un futuro esperanzador?
Indangasi: Me preocupa sobremanera el creciente desinterés de las nuevas generaciones por la lectura. Cuando visito las bibliotecas universitarias, veo a los estudiantes completamente absortos en sus teléfonos inteligentes, sin prestar atención a los libros que tienen delante. Estos libros están esperando a ser leídos.
También me preocupa la relación entre la inteligencia artificial (IA) y los seres humanos en la actualidad. Por ejemplo, ahora la IA puede componer redacciones para los estudiantes sin que tengan que leer un libro.
Precisamente por eso es tan importante interactuar con libros reales. Sin ello, no se puede ejercitar la mente.
Cuando tuve la oportunidad de conocer al doctor Ikeda, me impresionaron sus profundos conocimientos y su perspicacia. Me asombró la cantidad de libros que había leído para cultivar una humanidad tan excepcional.
Espero sinceramente que quienes no tienen el hábito de leer desarrollen una cultura de la lectura. En especial, deseo que los jóvenes descubran grandes obras literarias: al identificarse con los personajes de una historia, pueden profundizar y enriquecer su vida.
Para superar las divisiones de la sociedad actual y avanzar hacia la armonía y la coexistencia, necesitamos más que nunca el poder del humanismo y la espiritualidad. Creo que el camino para cultivar ese humanismo radica en el papel de la literatura y la poesía, algo que el doctor Ikeda enfatizaba constantemente.
Henry Indangasi es catedrático emérito de la Universidad de Nairobi. Nacido en Kenia en 1947, dirigió, desde 1984, el Departamento de Literatura de la universidad durante cinco períodos. En abril de 2000, pasó seis meses como profesor visitante en la Universidad Soka de Japón. También ha sido presidente de la Asociación de Escritores de Kenia durante muchos años. El diálogo entre el profesor Indangasi y Daisaku Ikeda está recopilado en el libro japonés Sekai no bungaku o kataru (Diálogo sobre literatura universal), publicado en 2001 por la editorial Ushio de Japón.
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