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El florecimiento de una vida creativa

[Extracto del discurso pronunciado por Daisaku Ikeda el 18 de abril de 1974, en ocasión de la cuarta ceremonia de ingreso de la Universidad Soka, Japón.]


Abran las puertas de su vida

Todos ustedes están destinados a lograr grandes cosas en el mundo del siglo XXI, y hoy desearía dirigirles algunas palabras, simplemente como amigo.

El año pasado, cuando hablé con los miembros de la primera promoción que ingresaba, les pedí que se esforzaran para llegar a ser personas creativas. Para continuar con la idea, quisiera ahora analizar a qué me refiero cuando digo “vida creativa”, es decir, el impulso y las aptitudes creativas que son inherentes a la vida.

No es mi intención entrar en una disquisición filosófica difícil o tratar de brindar definiciones de valor universal. Por el contrario, muy sencillamente, les quiero pedir que, a medida que transiten por el largo y precioso camino de la vida, jamás se conviertan en viajeros negativos, ensombrecidos por un sentimiento de fracaso o derrota. Para que eso no suceda, y con la esperanza de su futuro esté pleno de honor y de gloria, quisiera compartir con ustedes algunas de mis propias experiencias.

Los momentos en que sentí y experimenté más intensamente la realidad interior de la creatividad fueron aquellos en que me entregué por entero a alguna tarea, cuando la llevé adelante hasta completarla íntegramente. En momentos así, siempre siento que mi propio ser se expande dramáticamente. Casi puedo escuchar los alborozados clamores de la victoria que se elevan desde lo más recóndito de mi ser.

Ese sentimiento de plenitud y de alegría es la cristalización de todo el esfuerzo –de cada gota de sudor, de cada lágrima derramada para alcanzar ese instante–. La creatividad inherente a la vida, su dinámica vitalidad, surge a la superficie solo a través de vigorosos esfuerzos de una existencia de constante acción.

Pero vivir de ese modo implica enfrentar tempestades, fuertes aguaceros y momentos de aparente derrota. Sin embargo, la esencia creativa de la vida jamás puede ser abatida o vencida por tales circunstancias. Se mantiene, porque sabe que existe un brillante arco iris, cuya resplandeciente curva finalmente se expandirá a través de la totalidad de su ser interior.

La pasividad y la indolencia no pueden producir nada creativo. La queja y la evasión son el reflejo de un espíritu cobarde; ambas socavan y corrompen el impulso creativo natural de la vida. Cuando esta se ve despojada del deseo de esforzarse creativamente, cae en un estado de destrucción infernal que impregna todo a su alrededor.

Jamás, ni por un instante, olviden realizar el esfuerzo de renovar su vida, de construirse a sí mismos nuevamente. La creatividad significa empujar la puerta de la vida sobre sus pesados goznes hasta abrirla por completo. No es algo que se logre fácilmente. Puede llegar a ser la contienda más severa y desafiante que se pueda concebir. Porque abrir las puertas de la propia vida es, finalmente, más difícil que abrir la puerta a todos los misterios del universo.

Hacerlo es reafirmar su existencia como seres humanos. Más aun, es la manera de vivir que está en auténtica sintonía con las verdades más recónditas de la vida misma; nos hace merecedores del don de la vida.

No existe un modo de transcurrir la existencia más desolado y lamentable que ignorar la dicha fundamental que surge de la batalla para generar y regenerar la propia vida desde lo más profundo. Ser humano es mucho más que caminar erguidos y ejercer la razón y la inteligencia. El pleno significado, el genuino significado de nuestra humanidad es percibir las profundas fuentes creativas de la vida.

La lucha por crear una nueva vida dentro de uno mismo es en verdad algo maravilloso. Allí se encuentra la brillante sabiduría que guía y dirige la labor de la razón; la luz de la comprensión que penetra los confines más remotos del universo; la voluntad indoblegable de que se haga justicia, capaz de enfrentar y desafiar todos los ataques del mal; el espíritu de afecto sin límites que abraza a todo aquel que sufre. Cuando todo ello se funde con la energía del amor compasivo que brota desde las más hondas fuentes de la vida cósmica, surge el embeleso de un ritmo que llena de color la vida de todas las personas.

A medida que se encuentren con las diversas pruebas y dificultades que les permitirán pulir las miles de facetas de esa joya que es la vida, aprenderán a recorrer el camino supremo de la humanidad. De eso, estoy completamente seguro, y estoy seguro, también, de que aquellos que abrazan la creatividad innata de la vida ocupan ahora, y seguirán ocupando, la vanguardia de la historia. Hacer que la vida creativa florezca hasta su punto más pleno es la labor de la revolución humana. Llevar adelante esa revolución humana es la misión de ustedes y lo será a lo largo de su existencia.

El poeta y escritor del siglo XIX Charles Péguy (1873-1914) afirmó: “La crisis de la educación no es una crisis de la educación: es una crisis de la vida”. La crisis que hoy en día enfrentamos asesta un golpe directo a las mismísimas raíces de la educación y del estudio. Y así y todo, es en la educación y en el estudio donde encontraremos la entrada al futuro. Por esa razón deposito tanta fe en la Universidad Soka.

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