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La construcción de una era de solidaridad humana: Hacia un futuro para todos (2020)

Propuesta de paz 2020 (Sinopsis)

En septiembre del año pasado, las Naciones Unidas llevaron a cabo la Cumbre sobre la Acción Climática en un contexto de creciente inquietud por las consecuencias cada vez más graves del calentamiento global. El cambio climático representa una amenaza contra todas las personas que viven sobre la Tierra, tanto hoy como en generaciones futuras. Y, al igual que las armas nucleares, constituye un problema impostergable del cual depende el porvenir de la humanidad.

Precisamente porque el cambio climático es un problema que no dejará a nadie a salvo, tiene el potencial de catalizar una enorme fuerza colectiva de solidaridad y de acción global, nunca antes vista. De tal modo, en esta propuesta quisiera analizar los elementos necesarios para forjar una firme acción solidaria desde la perspectiva de tres compromisos.

No dejar a nadie atrás

El primer compromiso debe ser no abandonar jamás a quienes viven en circunstancias difíciles. A la hora de ponderar los efectos del cambio climático, se tiende a medir su magnitud valuando los daños materiales, las pérdidas económicas u otros indicadores cuantificables. Es importante dirigir la atención al sufrimiento de millones de personas reales, significar la angustia que hay detrás de los índices macroeconómicos, y poner esta realidad en el centro de todas las iniciativas colectivas para hallar soluciones.

Creo que, en este desafío, es fundamental el compromiso de no abandonar jamás a los que se ven expuestos a circunstancias adversas. La acción basada en este compromiso, dondequiera que estemos, puede transformar la crisis sin precedentes del cambio climático en una oportunidad de reencauzar la corriente de la historia.

El desafío de la construcción

El segundo compromiso se refiere a la importancia de actuar de manera conjunta y constructiva, en vez de, simplemente, comunicar un sentido de crisis compartido. Si nos centramos solo en las amenazas, nos arriesgamos a cosechar la indiferencia de quienes no se consideran directamente afectados o la impotencia de quienes, aun reconociendo la gravedad del peligro, se sienten atados de pies y manos. Por lo tanto, debemos enunciar una clara visión común que potencie nuestra fuerza solidaria.

Una acción climática liderada por los jóvenes

El tercer compromiso se refiere a apoyar las iniciativas de los jóvenes para que los próximos diez años sean un decenio de acción, en el contexto integral de la reciente Década de Acción de las Naciones Unidas para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030. Cuando los jóvenes unen su voluntad de transformar la realidad con un optimismo intrépido, se abren posibilidades ilimitadas.

Propongo que todos los años se realice una Cumbre de la Juventud sobre el Clima que dé a las Naciones Unidas un nuevo rumbo, y que este organismo supranacional, en estrecha coordinación con la sociedad civil, promueva un amplio abanico de actividades que permitan a los jóvenes ponerse a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático.

Como medida para consolidar esta tendencia, propongo que el Consejo de Seguridad, siguiendo el modelo de la Resolución 2250, apruebe una resolución que incorpore e integre la participación de la juventud en la toma de las decisiones sobre cuestiones climáticas.

Además, los jóvenes del mundo deberían ser invitados a participar como actores fundamentales en los encuentros que conmemoren el 75.° aniversario de la fundación de las Naciones Unidas. Tengo la profunda convicción de que, mientras exista solidaridad entre los jóvenes, no habrá crisis que no podamos superar.

La entrada en vigor del TPAN

A continuación, quisiera ofrecer propuestas específicas en cuatro áreas que contribuirán a la creación de una sociedad global sostenible, donde todos podamos vivir con dignidad y una clara sensación de seguridad.

La primera de ellas concierne al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). Para entrar en vigencia, el TPAN debe ser ratificado al menos por 50 Estados; hasta ahora, lo han ratificado 35. Insisto en la necesidad de que el tratado entre en vigor en el trascurso de este año, que marca el 75.° aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. De esa forma, 2020 podría ser el año en que la humanidad, finalmente, empiece a dejar atrás la era nuclear.

La expiración del Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés) —piedra angular del desarme nuclear entre los Estados Unidos y Rusia— puede reavivar, una vez más, la carrera armamentista. Es imperioso impulsar la entrada en vigor del TPAN para contrarrestar firmemente esta tendencia. El objetivo al cual debemos dirigir nuestra atención, de ahora en adelante, debe ser consolidar, mediante la entrada en vigor del TPAN, una norma establecida que prohíba el uso de armas nucleares en cualquier circunstancia.

Sugiero además que, en Hiroshima o Nagasaki, se celebre un foro de los pueblos por un mundo sin armas nucleares, que coincida con la primera reunión de los Estados Partes en el TPAN y en el cual participen hibakusha, municipios y representantes de la sociedad civil. Uno de los temas centrales de diálogo debe ser el derecho a la vida, con particular énfasis en la legislación internacional en materia de derechos humanos.

Las negociaciones multilaterales para el desarme nuclear

En segundo lugar, propongo dos acuerdos: uno referido al inicio de negociaciones multilaterales para el desarme nuclear y otro centrado en la inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías de avanzada aplicadas a las armas nucleares, cuyas conclusiones se incorporen en la declaración final de la Conferencia de las Partes Encargada del Examen del TNP, que se celebrará en abril y mayo próximos.

Con respecto al primer acuerdo, creo que es crucial lograr, ante todo, la prórroga del Nuevo Tratado sobre la Reducción de las Armas Estratégicas (Nuevo START) entre los Estados Unidos y Rusia, y, luego, comenzar negociaciones multilaterales orientadas al desarme. Propongo que, tomando como base la prórroga quinquenal del Nuevo START, los Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia y la China inicien negociaciones sobre un nuevo tratado de desarme nuclear, cuyo punto de partida sea la cuestión de los regímenes de verificación.

Asimismo, espero que la Conferencia de las Partes Encargada del Examen del TNP genere una mayor conciencia colectiva sobre la amenaza representada por los ciberataques a los sistemas bélicos relacionados con las armas nucleares y por la aplicación de la inteligencia artificial a estos armamentos, a la vez que promueva deliberaciones tendientes a establecer un régimen de prohibición de estos usos.

La reducción del riesgo de desastres

Mi tercera propuesta se refiere al cambio climático y a la reducción del riesgo de desastres (RRD).

Las respuestas necesarias al cambio climático no se limitan a la reducción de gases de efecto invernadero; existe además la necesidad urgente de adoptar medidas para limitar el daño causado, por ejemplo, por los fenómenos meteorológicos extremos.

La próxima Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres tendrá lugar en 2022, y me permito proponer que sus reuniones se celebren en el Japón. Sugiero que uno de los temas principales de la próxima Plataforma Global sea el papel de los gobiernos locales ante los desastres provocados por el clima, y que este foro también sea una oportunidad para crear alianzas entre municipios.

Considero valioso que los ayuntamientos de zonas ribereñas del Japón y de otros países asiáticos como la China y Corea del Sur transmitan sus experiencias y buenas prácticas referidas al cambio climático y la reducción del riesgo de desastres. Estas sinergias serían beneficiosas para Asia y para todo el mundo.

Espero que la reunión de 2022 priorice el debate sobre las formas de crear una sociedad más inclusiva donde no queden atrás las personas más gravemente afectadas por los desastres inducidos por el clima. Las mujeres desempeñan un papel crucial con su capacidad de generar redes de apoyo mutuo en las comunidades locales, de modo que es imprescindible incluir su voz en cada etapa del proceso para diseñar medidas de respuesta ante los desastres, a fin de crear sociedades resilientes en entornos afectados por ellos.

Educación para los niños y niñas en situación de crisis

La última de mis cuatro propuestas invita a reforzar el apoyo a los niños, niñas y adolescentes privados de oportunidades educativas por causa de conflictos armados o de desastres naturales.

Proteger los derechos humanos y el futuro desarrollo de los niños y jóvenes que constituirán la próxima generación es la piedra angular para crear una sociedad global sostenible. Es inaceptable permitir que los más pequeños y los adolescentes queden privados de sus derechos en zonas de desastres o de guerra, y se conviertan en una «generación perdida».

Exhorto a la comunidad internacional a vigorizar el aporte financiero al nuevo fondo global La Educación No Puede Esperar (ECW, por sus siglas en inglés), a fin de asegurar una mayor prestación educativa en situaciones de emergencia y de crisis prolongadas. Es hora de explorar medidas como la aplicación de tasas para la solidaridad internacional y otros mecanismos innovadores de financiamiento, que permitan recaudar fondos destinados al logro de los ODS; en especial, los tributos solidarios para financiar la educación.

En su llamamiento a construir una sociedad que cubra las necesidades educativas básicas, la SGI está consagrada a promover el empoderamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, a fin de responder a la crisis climática y a otros retos globales mediante una dinámica expansión de la solidaridad humana.

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