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Universidad de la Reina de Belfast, Irlanda del Norte, Reino Unido
MAY 18, 2009 – Doctorado Honorario en Derecho

Doctor Peter Gregson
Presidente y Vicerrector

Todas las ceremonias de imposición de títulos honorarios de la Universidad de la Reina son especiales, pero la entrega de este título honorario es única. Estamos aquí reunidos para conferir un reconocimiento a una persona que ha recibido más honores que cualquier otra en el mundo. El Doctorado Honorario en Derecho que se otorga al presidente Ikeda es el máximo reconocimiento que confiere la universidad y en breve será impuesto a uno de los más importantes hombres de estado del mundo. Es esta también la primera ceremonia de reconocimiento honorario de la Universidad de la Reina que se celebra en Japón, un bello país dueño de una orgullosa herencia, con el cual tenemos la esperanza de fortalecer nuestros lazos educativos y culturales […]

El gran dramaturgo irlandés George Bernard Shaw, manifestó en una célebre frase: “La paz no solo es mejor que la guerra, sino infinitamente más ardua”.

Tal es el sentimiento que se manifiesta en la vida de quien esta tarde hemos de titular aquí, el doctor Daisaku Ikeda; a lo largo de su extensa trayectoria, él ha empleado incansablemente su capacidad de escritor, filósofo, educador y líder para inspirar a la humanidad hacia la búsqueda de la paz […]

Daisaku Ikeda nació en Tokio el 2 de enero de 1928, como el quinto de ocho hijos de una familia de productores de algas marinas. Durante gran parte de sus años jóvenes debió luchar contra su salud precaria, y casi sucumbió a la tuberculosis en su adolescencia. Esa experiencia, sumada a las sombrías predicciones del médico de la familia, que le auguraban una muerte temprana, inculcó en él un enorme aprecio por la dignidad de la vida humana, algo que se convirtió en un rasgo determinante de su personalidad.

Pero tal vez lo que más influyó es su joven vida fue la terrible experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Nuestro doctorando creció en una época en que casi cada aspecto de la vida en el Japón, desde las familias y las fábricas hasta las escuelas y los grupos religiosos, estaba al servicio de los esfuerzos bélicos del país.

Ese fue el terreno donde germinó la pasión de Daisaku Ikeda por la paz. Era un joven de diecinueve años, en la década de 1940, cuando el Japón entró en la Segunda Guerra Mundial. Sus cuatro hermanos mayores fueron reclutados, y el mayor de todos murió en el frente.
Sobre aquella época, él escribió: “Yo tenía diecisiete años cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial. Entre los jóvenes, cundía un atormentado sentimiento de vacío espiritual. Y no solo por el aspecto de la ciudad, reducida a cenizas. El absurdo sistema de valores que se nos había inculcado en los años de guerra quedaba ahora expuesto como un fraude y se desplomaba alrededor de nosotros…”.

Daisaku Ikeda ansiaba encontrar un mentor, un guía espiritual que lo ayudara a hallarle un sentido a la vida; y, en 1947, lo encontró.

Josei Toda era el líder de la sociedad budista laica Soka Gakkai, una organización cuya filosofía central ponía el acento en la profunda conexión que existía entre la felicidad personal y la de los demás.

Nuestro doctorando honorario expresó posteriormente ese principio en un breve pasaje de la que quizás sea su obra más conocida, La revolución humana. Allí, escribió: “La gran revolución interior de un solo individuo puede contribuir a lograr un cambio en el destino de una nación, y aun más, hará posible un cambio en el destino de toda la humanidad”.

Daisaku Ikeda pronto obtuvo un empleo en una de las compañías de Toda y rápidamente fue progresando. De hecho, nuestro graduando honorario se considera a sí mismo un “egresado de la Universidad Toda” tal como él define la instrucción particularizada que recibió de su mentor.
En mayo de 1960, dos años después de la muerte de Toda, nuestro graduando honorario sucedió a su mentor como presidente de la sociedad. En 1975, se convirtió en el primer presidente de la Soka Gakkai Internacional.

Con su liderazgo, la organización comenzó una época de innovaciones y de expansión, participando de manera cada vez más dinámica en actividades de desarrollo cultural y educativo en el ámbito global, y dedicándose a promocionar los valores de la paz, la sostenibilidad y la educación en la esfera de los derechos humanos.

La SGI es hoy una red global que cuenta con doce millones de miembros en ciento noventa y dos países.

[En 1967], el doctor Ikeda fundó el sistema educativo Soka, basado en el principio de forjar el potencial creativo único de cada estudiante y de cultivar una ética de paz, contribución social y conciencia global […]

Su fe en el poder de la educación para crear un mundo mejor se manifiesta en sus propias palabras: “La educación es un privilegio humano único. La tarea educativa debe ser la de garantizar de manera fundamental que el conocimiento sirva para impulsar la causa de la felicidad y de la paz. El individuo que se ha liberado de la duda, que ha aprendido a confiar en sí mismo, naturalmente es capaz de creer en la capacidad latente de los demás”. También ha sostenido: “Las universidades son ciudadelas que crean el futuro, cambian la sociedad y unen al mundo”.
No es, a mi entender, una coincidencia que sus palabras hayan tenido eco en otro estadista mundial que recibió el Doctorado Honorario en el centenario de la Universidad de la Reina, Nelson Mandela, quien a su vez expresó: “La educación es el mayor liberador de todos”.

El doctor Ikeda está asimismo comprometido con el principio del diálogo, como cimiento de la paz. Sus enérgicos esfuerzos en tal sentido incluyeron su acción de diplomacia personal durante la Guerra Fría, cuando buscó crear puentes de entendimiento entre pueblos de diferentes naciones y entre personas de credos y tradiciones filosóficas dispares.

Entre las figuras con las que mantuvo diálogos por la paz se cuentan Nelson Mandela, Mijaíl Gorbachov, Thabo Mbeki, Henry Kissinger, Rajiv Gandhi, Lech Walesa, Kurt Waldheim, Kofi Annan, y Jacques Chirac […]

Las contribuciones que usted ha efectuado a nuestro mundo se resumen de manera elocuente en palabras del doctor Tu Weiming, profesor de Historia y Filosofía Chinas en la Universidad de Harvard, quien recientemente ha dicho de usted que es “inigualable en la labor de cultivar la paz del mundo a través del diálogo”.

Luego agregó: “El doctor Ikeda ha contribuido a extender los horizontes intelectuales y a profundizar la autorreflexión crítica de decenas de pensadores de nuestro tiempo. Su aporte a la vida del intelecto en todo el orbe es enorme” […]

Señoras y señores: No caben dudas de que la vida y la labor del doctor Ikeda, como educador, activista de la paz, filósofo y escritor, es una lección que le cabe aprender a la humanidad mientras lucha por un futuro mejor.

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