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Solidaridad global por la desnuclearización (The Japan Times, 8 sep 2009)

Si las armas nucleares son la encarnación de las fuerzas que pueden dividir y destruir el mundo, estas solo podrán ser neutralizadas mediante la unión solidaria de los ciudadanos comunes. Esa solidaridad tiene el poder de convertir la esperanza en una fuerza irresistible capaz de transformar la historia.

Aunque la amenaza de una guerra nuclear haya disminuido desde el fin de la Guerra Fría, el número de estados que poseen armas nucleares casi se ha duplicado desde 1970, cuando el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) entró en vigencia. Existen aún veinticinco mil ojivas nucleares en el mundo.

Además de ello, se intensifica cada vez más el temor de que la expansión de materiales y tecnología relacionada a las armas nucleares dentro del mercado negro pueda hacer realidad la pesadilla del terrorismo nuclear.

Desde hace unos años, se han comenzado a percibir indicios de que, finalmente, el mundo está dispuesto a tratar seriamente el tema de la eliminación de las armas nucleares. En un discurso que pronunció en abril en Praga, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, manifestó su resolución de lograr un mundo sin armas nucleares. Cuando Obama se reunió con el presidente de Rusia, Dmitry Medvedev, en abril y nuevamente, en julio, ambos concordaron sobre los rasgos generales de un tratado de desarme nuclear en reemplazo del Tratado sobre la Reducción y la Limitación de las Armas Estratégicas Ofensivas (START I, por sus siglas en inglés), que expira en diciembre.

La Conferencia de Revisión de TNP, programada para mayo de 2010, será un evento crucial para determinar si esas señales positivas se pueden fusionar para impulsar un progreso real hacia un mundo libre de armamentos nucleares.

El 8 de septiembre de 1957, mi mentor Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, realizó un apasionado llamado por la abolición de las armas nucleares. Su declaración, en la que denunció dichas armas como el mal absoluto, contiene tres temas de especial relevancia en nuestros días: la necesidad de transformar la conciencia de los líderes políticos, la de despertar una conciencia en común hacia la prohibición de las armas nucleares y la de establecer la seguridad humana" a escala global.

Por medio de expresiones muy terminantes, como "diablo encarnado", "demonio", Josei Toda denunció a quienes pudieran hacer uso de las armas nucleares. Si bien hoy sus expresiones suenen tal vez desconcertantes, la intención de Toda fue exponer la naturaleza aberrante de la disuasión nuclear, es decir, la fría e inhumana disposición de sacrificar un sinnúmero de personas para garantizar la propia seguridad y de ejercer dominio sobre otros.

Creo que es posible establecer los cimientos de un mundo libre de armas nucleares durante los próximos cinco años, y, con miras a ese objetivo, propongo un plan de cinco partes, en el que sugiero:

  1. Que los cinco países declarados estados nucleares anuncien en la Conferencia de Revisión del TNP su compromiso de lograr una visión coincidente sobre un mundo libre de armas nucleares e inicien de inmediato acciones concretas hacia el logro de ese objetivo.

  2. Que las Naciones Unidas establezcan un panel de expertos en abolición nuclear y fortalezcan las relaciones de cooperación con la sociedad civil en lo concerniente al proceso de desarme.

  3. Que los estados que formen parte del TNP otorguen consistencia a los mecanismos de no proliferación y superen hacia 2015 los obstáculos para la eliminación de armas nucleares. La Conferencia de Revisión de 2010 debe establecer un grupo de trabajo permanente dedicado de manera exclusiva a estas cuestiones.

  4. Que todos los estados cooperen activamente para reducir el rol de las armas nucleares en la seguridad nacional y avancen hacia el establecimiento de arreglos sobre seguridad que no dependan de dichas armas, con miras a 2015.

  5. Que la población mundial manifieste claramente su decisión de prohibir las armas nucleares y de establecer, hacia 2015, una norma internacional que sirva de base para una Convención sobre Armas Nucleares (CAN).

Es probable que la ruta hacia la adopción de una CAN presente grandes dificultades. No obstante, en lugar de permitir que eso nos detenga, debemos ponernos en acción para generar un apoyo popular tan extraordinario a la prohibición de las armas nucleares, que resulte imposible ignorar el reclamo de la adopción de una CAN.

En el discurso pronunciado en Praga, el presidente Obama destacó la responsabilidad moral que les cabe a los Estados Unidos, como único país que ha empleado realmente armamento nuclear; el mandatario anunció además la reducción del papel de esas armas en la estrategia de seguridad de la nación e instó a otros países a hacer otro tanto. Sin embargo, los esfuerzos de los Estados Unidos hacia el desarme se complicarán, si los aliados insisten en continuar fortaleciendo su "paraguas nuclear". Tal exigencia constituiría una violación al espíritu del TNP.

Es crucial que los estados nucleares y sus aliados inicien en profundidad deliberaciones cuidadosas relacionadas con la política de la disuasión extendida. Juntos, deben desarrollar alternativas, comenzando por disponer medidas efectivas para reducir las tensiones regionales. Una clara demostración de voluntad política por parte de los Estados Unidos y del Japón podría transformar las condiciones en el noreste de Asia, específicamente, el estancamiento alrededor del programa de desarrollo nuclear de Corea del Norte.

Exhorto a todos los países que actualmente participan de las conversaciones de las seis partes: China, Japón, Corea del Norte, Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos, a que declaren el noreste de Asia una región libre del empleo de armas nucleares.

Universalizar el compromiso de que ningún país o pueblo resulte víctima de los horrores de las armas nucleares debe ser el objetivo fundamental de la asociación entre los Estados Unidos y el Japón en el siglo XXI.

Juntos, nuestros dos países deben encabezar la labor de crear un mundo libre de armas nucleares. Para dejar atrás la era del terror nuclear, debemos luchar contra el verdadero "enemigo". Tal enemigo no son las armas nucleares, per se, ni lo son los estados que las poseen o las desarrollan. El verdadero enemigo es un modelo de pensamiento que justifica las armas nucleares, es la disposición de aniquilar a otros cuando estos se consideran una amenaza o un obstáculo.

Tal era el "enemigo" al que Josei Toda se refirió cuando habló de "arrancar las garras que yacen ocultas en lo más profundo de ese tipo de armas". Él estaba convencido de que la determinación asumida entre todos para combatir ese mal podría servir de base para el surgimiento de una solidaridad que trascendiera los límites nacionales y abarcara a los pueblos del mundo entero.

Abandonemos el hábito de ignorar sistemáticamente la amenaza que representan las armas nucleares para la Tierra y demostremos, por el contrario, que un mundo sin armas nucleares es posible en el curso de nuestra existencia.

[Artículo de Daisaku Ikeda, publicado el 8 de septiembre de 2009, en The Japan Times, diario en idioma inglés del Japón.]

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