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El humanismo del camino medio: la aurora de una civilización global (2002)

Propuesta de paz 2002 (Versión abreviada)

Ver versión completa (PDF)

Fue particularmente amargo que el 2001, primer año del nuevo siglo, designado Año del Diálogo de las Civilizaciones por las Naciones Unidas, se haya visto empañado por los trágicos ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos. Este incidente es diametralmente contrario al espíritu de diálogo, tolerancia y coexistencia que tantas y tantas personas han estado buscando.

No obstante, permitir que este incidente nos impacte de un modo duradero y negativo sería caer en el juego de los perpetradores. El objetivo del terrorismo es empujar a las personas hacia el caos y la confusión, provocar el miedo y la desconfianza, pero es vital que jamás sucumbamos a estas emociones. Debemos, por el contrario, hacer surgir el poder del espíritu humano en una medida aún mayor que sobrepase y exceda la magnitud de la amenaza que tenemos frente a nosotros.

Muchas personas se han estado preguntando si se puede lograr algún tipo de diálogo o compromiso con quienes se mantienen escondidos detrás del velo del anonimato. ¿Qué pueden hacer las personas de buena voluntad, cómo van a responder ante actos malvados tan carentes de base y hechos a sangre fría?

Algo es cierto, la represalia invita a la represalia. Todo acto de venganza provocará inevitablemente una respuesta, y el ciclo seguirá sin que llegue nunca el final. Ésta es la lección que, enraizada en las profundidades de la naturaleza humana, se ha aprendido a expensas de un sufrimiento y un derramamiento de sangre indescriptibles. Yo reitero mi absoluta oposición a toda forma de violencia, terror o venganza, desde la violencia personal implícita en la crueldad perpetrada por unos niños contra otros en las escuelas, hasta la mega violencia de la guerra. Toda forma de violencia es una afrenta contra la dignidad humana. No obstante, para transformar el curso de la historia humana será preciso que cada individuo tome una decisión interior realmente profunda, una determinación existencial por buscar nuestra humanidad fundamental inherente, y por transformar todo nuestro ser: un esfuerzo que en la Soka Gakkai Internacional denominamos “revolución humana”.

En este proceso resulta crucial un yo consciente de la existencia de los demás, algo que podría denominarse un “otro internalizado”. Es sólo mediante una interacción espiritual intensa, y a veces llena de conflictos, que los seres humanos crecemos y maduramos, evitando con ello un infantilismo absorto y centrado en nuestro propio yo. Un diálogo interior y espiritual es un necesario prerrequisito para cualquier intento orientado hacia el diálogo con los demás.

La visión budista de la vida incluye diez condiciones de vida, desde la condición de infierno como la “más baja” hasta las de bodhisattva y budeidad como las “más altas”. El budismo describe, además, el modo en que nuestras vidas están constantemente cambiando para revelar las diversas condiciones de vida. Enseña que incluso la condición de infierno posee potencialmente la iluminación, es decir, la condición de supremo bien. El Camino del Medio del budismo no intenta hacer que encajen los aspectos siempre cambiantes de la vida dentro de categorías fijas e inmutables. Nos insta a comprometernos de un modo activo con todas las realidades, haciendo que el potencial positivo de estas condiciones de vida brote desde adentro.

A la luz de lo que yo denomino el humanismo del Camino del Medio, el grito de “Soy humano; nada de lo que es humano es extraño a mí” adquiere un nuevo brillo. Ante nosotros aparece de repente el gran camino del diálogo, la capacidad para trascender las diferencias y para compartir los sentimientos más profundos con todas y cada una de las personas. Esta convicción ha sido el principio rector de mis propias acciones.

Sin diálogo, los seres humanos están condenados a caminar en la oscuridad de su propia y dogmática vanidad. El diálogo es la lámpara mediante la cual disipamos esa oscuridad. También nos permite iluminar mutuamente nuestros pasos así como el camino que tenemos por delante. Los jóvenes miembros de la SGI de EE.UU. están comprometidos en una campaña titulada “Victoria sobre la violencia” que busca, mediante el diálogo, despertar la conciencia de la necesidad de derrotar la violencia. El verdadero reto que enfrenta la humanidad en el siglo XXI está en hacer de la victoria sobre la violencia un movimiento global.

El fortalecimiento de las leyes internacionales

Resulta crucial que nos comprometamos a lograr la creación de un sistema universal que prevenga, impida y, cuando sea necesario, castigue todo acto de terror, sin consideraciones a los motivos políticos o ideológicos que muevan a los perpetradores. El robustecimiento de las estructuras y sistemas legales internacionales, el funcionamiento de sistemas policiales y de justicia internacional, deberían permitir la construcción de una respuesta amplia y coordinada ante el terror. En este esfuerzo, debe asignársele a la ONU una función primordial. En este sentido, me gustaría proponer en específico las siguientes medidas.

  • Como complemento a los acuerdos existentes, debería adoptarse un amplio tratado para la prevención del terrorismo.

  • El establecimiento, lo antes posible, del Tribunal Penal Internacional (TPI) resulta esencial como medio para reemplazar las soluciones basadas en la fuerza por soluciones enraizadas en la ley.

Medidas preventivas a largo plazo

Resulta vital que se den pasos desde una perspectiva a largo plazo para eliminar las causas que yacen en las raíces del terrorismo. A este respecto, me gustaría sugerir medidas centradas en tres temas: derechos humanos, alivio de la pobreza y desarme.

  • La educación sobre los derechos humanos puede jugar un papel particularmente crucial en la prevención de actos de violencia y terror, que tienen su origen en el funcionamiento del corazón humano. Mi propuesta es que se establezca una “Década de la Educación sobre los Derechos Humanos por la Paz” que dé continuidad y seguimiento al trabajo de la “Década de las Naciones Unidas por la Educación sobre Derechos Humanos” (1995-2004).

  • En cuanto a la pobreza, reitero mi llamado para que se implemente el equivalente a un Plan Marshall global según el cual los dineros liberados por alivio de la carga de la deuda en países con mayor índice de pobreza sean aplicados a la reducción de la miseria, a la educación, al cuidado de la salud y a los tratamientos médicos, así como a mejorar la infraestructura social.

  • Incentivar el desarme es un paso crucial para el establecimiento de medidas institucionales que impidan un empeoramiento de los conflictos. Hago un fuerte llamado urgente a que se considere la posibilidad de reformar las normativas sobre el consenso que regulan la Conferencia sobre el Desarme con sede en Ginebra, según las cuales ya no es posible el veto por parte de un país.

  • La adopción de un tratado para una prohibición que abarque todo armamento nuclear sigue siendo una meta de los miembros de la SGI en el mundo entero.

  • La desactivación de las minas terrestres es un enfoque especialmente urgente en el presente y ésta es un área en la cual Japón puede aportar contribuciones substanciales proporcionando asistencia técnica. Todos los países deberían ratificar el tratado sobre minas terrestres e implementarse de inmediato la plena prohibición de exportarlas. También son cruciales los sistemas de acción cooperativa para promover la desactivación de este tipo de minas y proporcionar respaldo a quienes han sido víctimas de ellas.

Protección del medio ambiente global

En agosto de 2002, se llevará a cabo en Johannesburgo, Sudáfrica, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sustentable. Debemos asumir una fuerte y renovada determinación para llegar a iniciativas audaces, originales y meticulosas, y para hacer de la conferencia el punto de partida para nuevas acciones por el bien del futuro de la humanidad. Aquí me gustaría proponer diversas ideas que siento que podrían contribuir al fortalecimiento del marco de trabajo de cooperación internacional para proteger el medio ambiente:

  • La designación de un Alto Comisionado de la ONU para el Medio Ambiente que coordine las actividades de diversas agencias y que dirija los esfuerzos hacia la solución de problemas medioambientales de todo el planeta.

  • La consolidación paso a paso de los secretariados que supervisan la implementación de diversos tratados sobre el medio ambiente, que lleve a que los dineros ahorrados se agrupen en un “Fondo Verde Global”.

  • Intensificar los esfuerzos para el desarrollo de fuentes de energía renovable y la adopción de un tratado internacional para la promoción de la energía renovable.

  • También me gustaría seguir respaldando la Carta de la Tierra, el cual considero una amplia declaración de las normas y los valores esenciales para una efectiva gobernabilidad global y como guía para la humanidad del siglo XXI.

Cumbre de los niños

Con respecto a la próxima Sesión Especial de las Naciones Unidas en favor de la Infancia, hago un ferviente llamado para que todos los países ratifiquen los dos protocolos opcionales para la Convención sobre los Derechos del Niño. Estos protocolos son diseñados para proteger a los niños de las acciones que violan sus derechos con mayor gravedad, es decir, el uso de los niños como soldados y su venta o uso en la prostitución.

Por otra parte desearía que se redacte y se adopte un manifiesto mundial sobre la educación. Un Manifiesto Mundial sobre la Educación, sentaría las bases del sistema educativo que se adopte como norma general en el Siglo XXI. Este manifiesto daría prioridad al logro de la felicidad de los hombres a través de toda su vida. También expresaría un compromiso moral por implementar la educación por la paz y la orientada a una ciudadanía global a escala mundial.

Construyendo las bases de la paz en Asia

Alcanzar una paz duradera en Asia no tiene que ver con qué país alguno asuma las riendas. Más exactamente, es cuestión de construir redes de trabajo de múltiples estratos de amistad y confianza entre los pueblos de cada país. Entre las actividades propuestas para este año está el Programa de Intercambio entre Jóvenes Dirigentes de Japón, China y la República de Corea.

Creo que deberíamos promover este tipo de intercambio a lo largo y ancho de Asia con el fin de proporcionar mayores oportunidades para que los miembros de las generaciones emergentes, en particular las jóvenes, establezcan lazos de amistad que trasciendan las fronteras nacionales.

Me gustaría ver un proyecto de investigación conjunta que construya las bases para un entendimiento compartido de la historia reciente de Asia. El impacto acumulativo de un esfuerzo centrado en el diálogo para crear una comprensión común de nuestra historia compartida es indispensable para futuros escenarios por la paz en Asia.

El diálogo, la confianza y la colaboración, son las bases sobre las cuales ha de construirse la sociedad global, la civilización global del siglo XXI. Este año, bajo el tema de la expansión del diálogo, los miembros de la SGI están determinados a trabajar para propagar la solidaridad del humanismo como ciudadanos que contribuyen en sus correspondientes comunidades, para construir un mundo de paz y coexistencia.

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