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Un maestro para la humanidad: el legado universal de Daisaku Ikeda

[A continuación, se ofrece un extracto de la entrevista realizada por el Seikyo Shimbun al doctor Lawrence Edward Carter padre, que se publicó en su edición del 12 de julio de 2024. El doctor Carter, ministro bautista, reflexiona sobre sus encuentros con el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda (1928–2023), y expresa sus ideas sobre cómo la humanidad puede unirse y trabajar conjuntamente por la paz, sea cual fuere la de nacionalidad, etnia o religión.]

Seikyo Shimbun: Usted se ha dedicado a organizar en distintas partes del mundo la exposición «Gandhi, King, Ikeda: Un legado de construcción de la paz» y durante mucho tiempo ha trabajado para promover la filosofía y la práctica de la no violencia compartidas y defendidas por esos tres líderes. Sin embargo, incluso hoy, la violencia persiste encarnada en guerras, discriminación e inequidad. ¿Qué piensa sobre los desafíos que enfrentamos?

Dr. Lawrence E. Carter padre, decano fundador de la Capilla Internacional Martin Luther King Jr. del Morehouse College.

Dr. Lawrence E. Carter padre

Dr. Lawrence E. Carter padre: Las crisis que se desarrollan en todo el mundo están profundamente interconectadas y marcadas por un alto grado de interseccionalidad –la interacción de múltiples formas de discriminación y desigualdad–. Dicho de otra manera, ninguna de estas cuestiones puede reducirse a una perspectiva de un tema único. Lo que presenciamos hoy, incluidos los conflictos actuales en Medio Oriente, contrasta fuertemente con los ideales y enseñanzas sostenidos por el budismo Nichiren y el cristianismo. Creo que la mayoría de las religiones comparten, en su esencia, la misma perspectiva del budismo Nichiren: afirmar la dignidad humana y reconocer a cada persona tal cual es.

Dicha afirmación fue la enseñanza y el legado más contundente que el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, confió al doctor Ikeda. Como mensaje final, el presidente Toda emitió la Declaración para la Abolición de las Armas Nucleares, en la que denunció el uso de las armas nucleares como un mal absoluto, llegando incluso a calificar como demonios a quienes las usaran, para manifestar la dignidad suprema de la vida. Esta aseveración de la santidad de la vida también es fundamental en las enseñanzas de Jesús. Nada supera la vida en dignidad y plenitud: jamás debe ser violada.

Basada en ese legado, en el corazón del movimiento sin precedentes por el kosen-rufu (la paz mundial mediante la felicidad de cada persona) que lideró el doctor Ikeda se encuentra una profunda reverencia por la sacralidad de la vida. Yo lo interpreto como la concreción de la paz, el esfuerzo por eliminar el sufrimiento y brindar alegría. En el centro se halla el Gohonzon, que libera el ilimitado potencial inherente a la vida de cada persona.

La paz es la integridad de las relaciones correctas: primero con uno mismo, luego con los demás, la comunidad, el medio ambiente y, en última instancia, el universo. La paz es el estado en el que estas relaciones existen en armonía y equilibrio.

Seikyo: En su libro A Baptist Preacher’s Buddhist Teacher (El maestro budista de un predicador bautista), usted reflexiona sobre sus encuentros con el señor Ikeda y manifiesta una profunda esperanza en la filosofía y la práctica de la Soka Gakkai.

Carter: La primera vez que escuché hablar del doctor Ikeda fue por una miembro de la Soka Gakkai Internacional de Estados Unidos (SGI–EE. UU.) que también era profesora en la Universidad Clark Atlanta. En ese entonces, me cuestionaba muy en serio si realmente podría cumplir mi misión como decano de la Capilla King. Ella me presentó la Soka Gakkai, y cuando comencé a leer los escritos del doctor Ikeda, quedé impactado. Me conmovió profundamente descubrir a alguien que encarnaba de manera tan plena la filosofía y la práctica de la no violencia, el mismo camino que yo había estado tratando de seguir como discípulo de Martin Luther King Jr.

Lo que más me impresionó, a medida que estudiaba sus escritos y profundizaba mis interacciones con los miembros de la SGI–EE. UU., fueron las notables similitudes que compartían el doctor Ikeda, Mohandas K. Gandhi y el doctor King. Gandhi, un hindú devoto, había estudiado las enseñanzas de León Tolstói, el novelista ruso defensor del pacifismo no violento. King decía que fue Jesús quien lo condujo a Gandhi. Asimismo, Nelson Mandela se apoyó en la filosofía de la no violencia de Gandhi en su lucha contra la injusticia social en Sudáfrica. De igual manera, el doctor Ikeda viajó por el mundo entablando diálogos con personas de todos los ámbitos en por la consecución de la paz.

Él tenía una habilidad natural para conectar con personas de diversos trasfondos religiosos y culturales. Como King, ejemplificaba la esencia de un ciudadano global humanista: alguien que trasciende etnias, nacionalidades y respeta a cada individuo como miembro de una humanidad compartida. Traspasó las fronteras de nación, cultura, raza y economía. Gandhi, King e Ikeda derribaron las infranqueables barreras de su tiempo para conectar a las personas superando toda división.

Además, el doctor Ikeda sostuvo diálogos interdisciplinarios profundos y colmados de sabiduría con académicos, líderes y pensadores de todo el mundo, que dieron lugar a numerosos libros y obras colaborativas. No fue meramente un predicador o un defensor, sino un hombre de acción. Con el poder del diálogo y de la palabra escrita, expandió la Soka Gakkai hasta convertirla en un movimiento global que hoy cuenta con más de doce millones de miembros en ciento noventa y dos países y territorios.

Como ministro bautista, escogí al doctor King como mi maestro hace más de medio siglo y a Gandhi hace más de treinta años. Al conocer las nobles iniciativas del doctor Ikeda, encontré a mi tercer maestro, uno de verdadera talla mundial.

El subtítulo de mi libro A Baptist Preacher’s Buddhist Teacher reza: How My Interfaith Journey With Daisaku Ikeda Made Me a Better Christian (Cómo mi viaje interreligioso con Daisaku Ikeda me hizo mejor cristiano). Durante mucho tiempo me había debatido sobre la mejor manera de preservar y llevar adelante el legado de la no violencia del doctor King. Encontré la respuesta a esa plegaria en el budismo Nichiren.

Seikyo: El señor Ikeda escribió en una ocasión: «El Sutra del loto, soberano de todas las escrituras, encarna un humanismo fundamental en el que las personas son el fin, no el medio; donde las personas son los protagonistas, las soberanas». Con base en este humanismo universal contenido en el budismo, la Soka Gakkai ha sostenido de manera constante la práctica de atesorar a cada individuo en todos los rincones del planeta.

Carter: La dignidad de cada ser humano debe ser respetada. Solo entonces podremos realmente considerarnos unos a otros como vecinos y aprender a vivir juntos en armonía. De lo contrario, pereceremos como necios. Debemos aprender a entablar desacuerdos respetuosos sin disminuir la humanidad de los demás.

Daisaku Ikeda y Lawrence E. Carter padre en el Centro en Memoria del Presidente Makiguchi (Tokio, septiembre de 2000).

Daisaku Ikeda contempla la vista desde una ventana del Centro en Memoria del Presidente Makiguchi con Lawrence E. Carter padre, decano fundador de la Capilla Internacional Martin Luther King Jr. (Tokio, septiembre de 2000)

El doctor Ikeda nos legó un modelo para trascender todas las fronteras y unir a la gente más allá de las diferencias. Esto es posible porque el budismo Nichiren no reduce a las personas en una sola categoría o identidad; más bien, reconoce y acoge a cada individuo con su verdadera identidad.

Una de las características más distintivas de la Soka Gakkai es su énfasis en las «reuniones de diálogo» como núcleo de sus actividades. Aunque modestas en apariencia, estos pequeños encuentros, en mi opinión, encarnan el espíritu de igualitarismo que está incrustado en los cimientos mismos de la Soka Gakkai. Es una comunidad basada en la fe que busca la felicidad y la iluminación de todas las personas, sustentada en la afirmación de la dignidad absoluta de cada individuo.

Cuando eliminamos las divisiones de nacionalidad, raza, etnia, género, cultura, clase, idioma y educación, lo que emerge es nuestro fundamento compartido: nuestra identidad como seres humanos. Gandhi lo describió como una «aldea global». King lo imaginó como la «casa mundial». Mandela convocó a una «solidaridad de naciones amantes de la paz». El doctor Ikeda concretó esos ideales a través de la Soka Gakkai, una «comunidad de ciudadanos globales».

Si hemos de convertirnos en cosmopolitas éticos, personas que ven a la humanidad como una sola, debemos esforzarnos por vivir como ciudadanos del mundo. El doctor Ikeda subrayó siempre la importancia de vivir como ciudadanos globales. Este principio está enraizado en el legado de los presidentes fundadores de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, cuyo espíritu continúa vigente dentro de la organización.

Esto significa abrazar un camino más amplio en la vida, uno que vaya más allá de la casa o la calle donde residimos y se extienda a nuestra comunidad, la sociedad y el mundo. Una dirección más vasta debe también reflejar nuestra interconexión con la comunidad local, la sociedad, el mundo y, en última instancia, el universo.

La crisis a la que nos enfrentamos hoy no es un «calentamiento nacional» sino un «calentamiento global». Los desafíos actuales no pueden confinarse dentro de las fronteras de un solo país o región. Por ejemplo, el cambio climático se vincula intrínsecamente con otros problemas globales afectando ecosistemas y economías en todo el mundo.

Desde que el doctor Ikeda asumió la presidencia de la Soka Gakkai en 1960 hasta el 2024, mucho ha cambiado. Tan solo en los últimos años hemos vivido una pandemia mundial y el crecimiento de la amenaza del cambio climático; estas crisis han puesto de relieve la necesidad de encarar la vida con mayor responsabilidad y seriedad. Creo que él amplió nuestra visión del mundo y propuso una forma de vida para el ciudadano universal.

Seikyo: El señor Ikeda afirmó alguna vez que abrir los ojos al universo conduce a una comprensión más profunda de lo que significa ser humano, así como a despertar a nuestra identidad como ciudadanos de la Tierra. También señaló que, desde la perspectiva del universo, la Tierra es verdaderamente un solo hogar y toda la humanidad forma parte de la misma comunidad global. En su opinión, ¿qué se requiere de nosotros al ingresar en lo que podría llamarse la «era espacial»?

Carter: No podemos asumir la responsabilidad de enfrentar la crisis global sin adoptar una perspectiva más amplia, cósmica. Perder nuestra conexión con el entorno natural significa perder el contacto con nuestra verdadera identidad. En la sociedad actual, donde a la gente le cuesta ver la relación entre el medio ambiente y su propia identidad personal, lo que se requiere es adquirir la conciencia de ciudadanos cósmicos.

Para mí, el doctor Ikeda es un modelo de ciudadano cósmico. Ahora mismo, lo que más necesitamos es el espíritu de inclusión que él encarnó: la voluntad de dialogar con personas de distintos orígenes, establecer relaciones internacionales y respetar las diferencias y la diversidad.

Falleció el año pasado (2023). A lo largo de su vida enfatizó que el futuro pertenece a los jóvenes y recalcó repetidamente la importancia vital de formar a la siguiente generación. También alentó a los miembros a tener la actitud de «yo soy Soka Gakkai».

Jesús no quiso ser adorado después de su muerte; más bien, quería que sus acciones sirvieran de modelo para que sus discípulos las siguieran. Tampoco Makiguchi, Toda, Ikeda, el Buda o Mahoma buscaron veneración.

Cuando llegué al Morehouse College (Universidad Morehouse, Atlanta, EE. UU.) en 1979, lo primero que pedí fue que la Capilla Conmemorativa King se renombrara como Capilla Internacional King. Aunque muchos admiraban y veneraban al doctor King, yo me preguntaba cuántos estaban realmente viviendo sus ideales. Quise que la capilla sirviera no solo como un monumento o museo dedicado a las luchas del pasado, sino como un espacio de reflexión activa y de compromiso con los problemas globales que enfrenta hoy la humanidad.

El doctor Ikeda realmente es un modelo inspirador. Pero no deberíamos contentarnos con admirar su legado. Así como él animó a los miembros de la Soka Gakkai a reconocer su propia capacidad, cada uno de ustedes es un ser humano que acaba de despertar (un Buda), y como nuevo bodisatva está llamado a actuar en bien de la humanidad.

Antes mencioné los escritos del doctor Ikeda, el poder de su pluma. El emblema de la Universidad Soka y la Universidad Soka de Estados Unidos, ambas instituciones fundadas por él, muestran la punta de una pluma estilográfica. A lo largo de los años, escribió un sinfín de obras, fue coautor de diálogos con líderes internacionales y redactó numerosas propuestas de paz.

Creo que muchos seguirán leyendo y estudiando sus escritos sobre la paz mundial. De hecho, una de sus características a la hora de escribir radica en que evitaba un lenguaje demasiado florido o elaborado: sus escritos eran claros, sinceros y accesibles para que cualquier persona pudiera comprenderlos. Sus obras son a la vez un mapa de ruta y una brújula. Mientras sigas leyendo y aprendiendo de ellos, nunca perderás el rumbo.

El doctor Ikeda también enfatizó de manera constante el papel de las Naciones Unidas y su misión de lograr una paz mundial duradera. El concepto de kosen-rufu en el budismo de Nichiren está fundamentalmente alineado con la búsqueda de esa paz. En ese sentido, las actividades cotidianas de los miembros de la Soka Gakkai encarnan los ideales más elevados de la ONU a nivel local y comunitario. Por eso, veo cada centro cultural de la Soka Gakkai como algo semejante a una «sede local de la ONU».

Sigamos el ejemplo del doctor Ikeda y trabajemos juntos para construir la paz. Lo que más importa es que cada uno de ustedes actúe, en su vida diaria, en su comunidad y en el escenario global, para concretar esta visión.

Lawrence Edward Carter padre es decano fundador de la Capilla Internacional Martin Luther King Jr. en el Morehouse College y allí ejerce como profesor de religión. Nació en Dawson, Georgia (EE. UU.), en 1941. El doctor Carter posee una maestría en Divinidad en Teología, una maestría en Sagrada Teología especializada en atención pastoral y un doctorado en psicología y atención pastoral en la Universidad de Boston. Es ministro bautista y ha dedicado su vida a promover la visión de paz y justicia del doctor King mediante una amplia gama de iniciativas educativas, incluidas conferencias en universidades y seminarios en todo el mundo. También integra la Junta de Síndicos de la Soka Gakkai de América, hecho que refleja su compromiso con el diálogo interreligioso y la educación internacional. Entre sus obras publicadas se encuentran Walking Integrity: Benjamin Elijah Mays as Mentor to Martin Luther King Jr. (Marchar con integridad: Benjamin Elijah Mays como maestro de Martin Luther King Jr.) y A Baptist Preacher’s Buddhist Teacher.

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