a+ a- print

enero 26, 2016

Líder budista aboga por el respeto a la dignidad de la vida y la protección de refugiados y de personas vulnerables

En su propuesta anual de paz, publicada el 26 de enero con el título «El respeto universal a la dignidad humana: La gran vía hacia la paz», Daisaku Ikeda —presidente de la institución budista Soka Gakkai Internacional (SGI)— exhorta a redoblar las gestiones para responder a las necesidades de nuestros congéneres más vulnerables; entre ellos, los desplazados por desastres naturales y por conflictos armados como los de Siria y otras regiones.

Ikeda celebra la aprobación de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por parte de las Naciones Unidas y su ambicioso objetivo de no excluir a ningún ser humano. Destaca que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible haya incluido expresamente el objetivo de proteger la dignidad y los derechos fundamentales de los desplazados y migrantes internacionales.

Exhorta a poner en primer plano el cuidado y las necesidades educativas de los niños en situación de desarraigo a causa de las guerras, y el apoyo a países que han abierto las puertas a grandes cantidades de refugiados que huyen de la persecución y de los conflictos armados.

Ikeda recalca que el diálogo es la clave para crear un entendimiento genuino y empático que se traduzca en acciones concretas. Tras observar la «paradoja de las crisis humanitarias», según la cual «cuanto más extremo es el sufrimiento de los pueblos, menos se los escucha», nos alienta a prestar oídos a las voces de los afectados, poniendo de relieve su dignidad y su potencial intrínsecos, más que su deplorable estado actual, y a «replantear nuestro mapa interior del mundo». También recalca que la educación en materia de derechos humanos es una herramienta clave para superar el racismo y la discriminación.

Además, Ikeda aboga por la cooperación entre la China, Corea y el Japón —que, en conjunto, generan un tercio de las emisiones totales de gases de invernadero en el mundo— para reducir la contaminación atmosférica, solucionar el problema de las tormentas de arena y de polvo, y cumplir las metas acordadas para cada una de las partes en el Acuerdo de París.

Esta cooperación, asimismo, ayudaría a disminuir las tensiones regionales y a construir una «invalorable herencia de amistad para el futuro». El autor observa que si las ciudades —donde se concentra el 75% de las emisiones globales de carbono— tomaran iniciativas con respecto al cambio climático, los ciudadanos de cada localidad se sentirían motivados y dispuestos a comprometerse más.

Ikeda reitera la importancia de la educación a la hora de empoderar a los individuos para que generen respuestas proactivas a problemas aparentemente insolubles, poniendo en juego lo que el fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, llamaba la «valentía de aplicar» el conocimiento.

En el terreno del desarme y en relación con la Cumbre de Cancilleres del G7 que se celebrará en abril en Hiroshima, Ikeda exhorta a sus participantes a considerar las consecuencias humanitarias de las armas nucleares y a debatir sobre la no proliferación y la desnuclearización de Asia Nororiental, en vista de las recientes pruebas nucleares efectuadas por Corea del Norte.

También propone la estricta regulación del comercio de armas convencionales —entre ellas, las armas pequeñas que, por su poder, de hecho funcionan como arsenales de destrucción masiva— e invita a fortalecer en esta dirección el Tratado sobre el Comercio de Armas que entró en vigencia recientemente.

Subraya las contradicciones de un mundo cuya dedicación a las metas positivas para el bienestar humano —como los mencionados ODS— se ve coartada por la posesión de armas nucleares. Señala que incluso un ataque nuclear «limitado» podría «echar por tierra en un instante todos los esfuerzos de la humanidad por resolver los problemas globales».

Ikeda invita a todos los países que aún no han ratificado el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE) a sumar su firma para que este pueda, finalmente, entrar en vigor, y formula propuestas para el nuevo Grupo Abierto de Trabajo establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas para considerar medidas jurídicas concretas tendientes a la prohibición de las armas nucleares.

Además, menciona avances alentadores, como el Compromiso Humanitario firmado por más de 120 Estados para «estigmatizar, prohibir y eliminar las armas nucleares» y la creciente posición de la sociedad civil a favor de abolir este tipo de armamentos. Finalmente, pone de relieve actividades como la Cumbre Internacional de la Juventud por la Abolición Nuclear, auspiciada por la SGI, con el apoyo de diferentes agrupaciones religiosas y juveniles, que tuvo lugar en Hiroshima en agosto de 2015.

[Adaptado de la nota de prensa publicada por la Oficina de Información Pública de la Soka Gakkai Internacional, el 26 de enero de 2016.]

Comparte esta página en

  • Facebook
  • X